Mujer con círculo

           Frente a una escultura de Roberto Favaretto Forner

La frágil mujercita
descubre el cuadrado, el óvalo
y el triángulo.

Prisionera de la geometría
cae rendida frente a la redondez del círculo.

No se elige más,
decide.

Ésta es la mejor forma de
alcanzar la luna.

Y desde entonces baila,
baila,
sin parar.

              
                                   Ana M. Paris
                                     10/02/12


"Antología 3". 

Poemas que integran
“Letras Argentinas de Hoy 2007”
Antología III
De los Cuatro Vientos Editorial

AVANZA LA LUZ
Ilusoria como siempre
avanza la luz
entre los tallos.
Avanza y define los contornos
convierte en látigos de plata
las temblorosas hojas
de las viejas palmeras.
La acompaña el susurro
del follaje
aferrado como bravío jinete
que lucha por no caer,
que no se resigna al golpe.
Avanza
y también forma las sombras,
esos extraños seres grises
que se repiten
inquietos y vacilantes.
Las luces y las sombras
dialogan incansablemente
sujetas a un destino común
del que no pueden escapar,
que las esclaviza
y al mismo tiempo
les permite brindar mágicos fantasmas
sobre las paredes
y las calles vacías.

LLEGO LA NOCHE
Llegó la noche
y con ella cesó el viento.
Todo en la casa
ha comenzado a desaparecer:
las aves,
el barullo de los niños,
los gritos
y las conversaciones.
Entonces,
cuando invaden las naves transparentes
de cristales mágicos
y serenas voces,
un pequeño mundo
reparte sus propios movimientos.
Es una visita,
una presencia
que misteriosamente se va instalando
hasta que llega el día.
Alguien podría decir
que es obra de un loco.
Otro que es sólo un espejismo,
y alguien, aún más triste, opinaría
que se trata de una simple estupidez
o que las naves no existen.
Que no hay mar,
oleaje,
caracoles,
espuma ni arena.
Tampoco sopla el viento
y las gaviotas no vuelan
en ninguna parte.
Lo único que se puede ver
es un cenicero y una copa vacía
sobre el mantel cuadriculado,
ajado,
que olvidaron sacar.

OJOS ABIERTOS
Hay que esperar a ese otro,
que con ojos muy abiertos
puede ver, más allá de los números,
el extraño temblor de los jardines,
la luz distante del rocío,
el diálogo de los rincones
y de las mesas con sus sillas.
Porque esos ojos
seguramente llegarán.

SIN EL OTRO
En esos diálogos secreto
donde el otro es nadie
está permitido evadirse
del fantasma de lo legítimo.
De la pureza no hay que dar cuenta
y tampoco de balances
de pérdidas y ganancias.
No existe el peligro de quedar apresado
por el círculo de hierro
que traba la respiración.
Al no haber eco
ni respuestas indeseadas
la señora con tranquilidad
dice (piensa) que hace todo lo que puede
y el señor afirma
que hace todo lo que quiere.

TIERRA AJENA
Como decir que esto no me gusta
que es el vivir errante
una idea mejor
y más tranquila.
Vivir como un helecho
con mucha luz,
abundante agua
cuidando que el sol
sin querer, mate las hojas.
Vivir así, llevado por los pies
a través de las avenidas
pasando al lado de la gente
sin percibir diferencias
pero siendo absolutamente diferente.
Ser ajeno en la voz,
en los matices,
en los acentos,
esperando saber cuándo la palabra
es lo que se dice.
Lo que después de un recorrido,
la boca da y no se entiende.

AROMAS
Podríamos cubrir la mesa
con manzanas rojas.
Llenar un cesto con duraznos
maduros y jugosos
y otros con higos blancos y negros.
Y otro más con melones y sandías.
Con ricas frutas cubrir sillas
ventanas
hasta el alféizar de esa puerta
hasta el rincón donde duerme el gato.
Llenar la casa con el aroma
del jazmín diamela
recordando a mamá.
También podríamos convocar a pájaros comunes
para que canten sin preámbulos.
Y con todo, pintar
una postal antigua,
artificial,
alejada totalmente de la realidad,
Y después de esa lectura absurda
retornar a la jauría
de manos enguantadas
y vidrieras rotas.


Pequeña luz del amanecer
que apenas ilumina los perfiles,
me recuerdas un balbuceo temeroso y emocionado.

Pequeña luz que salpica con vida,
mostrando el comienzo de las cosas
como para que no desaparezcan del todo.











Todavía

Transita uno y otro sueño
tras los sueños
y no se extingue el fuego de los días.
La semana aún perdura.

Entre mis manos y tu piel
no se discute nunca.
Entre mis ojos y los tuyos
la mínima voz
no cruza el puente
todavía.


Transcurrir

El tiempo desgastaba los parques
y los ríos,
el juicio,
y algunos hilos de las constelaciones.

El estupor del sol
era una elipse naranja
sobre el universo en sombras.














*
El goce de la brisa
se limita a enredar
con sutil caricia tus cabellos.

El goce del agua
en cambio,
en llevar algunas lágrimas
a la tierra.





Opciones

Al haber optado por el silencio
los apretados labios condenan las palabras
a un encierro total de infinita oscuridad.

Podrán arañarse,
desgarrarse en sílabas,
sin poder llegar a la ansiada quietud.
Animales heridos
que no terminan de morir jamás.

En ese largísimo letargo
lo dulce se vuelve aspereza y olvido.

Al haber optado, entonces,
habrá que empujar los gritos hacia adentro,
cerrando las compuertas.
Quedarán tan sólo miradas que desnudan deseos.

Podríamos haber librado palabras cortas,
dos sílabas apenas
matando la condena interminable
de ojos cerrados desde siglos
y gargantas secas.

Al haber optado, sin decirlo
nos quedamos así los dos,
muy quietos.


Charla en J. M. de Rosas (Rosario)

Nada mejor que reconocer los hechos
total la furiosa verdad está presente.
Todos somos grandes
y hace mucho que tenemos los ojos muy abiertos.

En el patio las pelusas y la tierra acumuladas
van cubriendo el piso sin premura.
El gato oscuro duerme una siesta interminable
mientras de tanto en tanto estira el cuerpo
para terminar enroscándose otra vez
sobre el mismo trapo.

El marco de la puerta tiene una rotura
casi imperceptible.
Desde adentro de la cocina la luz se filtra
por la rendija de la ventana ciega
creando una extraña sensación de final del día.

No hay voces,
por eso llama la atención
esta respetuosa quietud de las dos de la tarde.

La conversación principal hace rato terminó.
Algunas explicaciones con varios adjetivos
se armaron y desarmaron naturalmente,
como si las pausas y el terrible sabor
de nuestras penas comunes
fuera un sencillo juego de palabras cruzadas
encontrado en un periódico cualquiera.

Y es así y es ahora
y es la vida que nos pasó a ella y a mí
y a los tres.
Una larga historia
en la que siempre queda pendiente
una lágrima
una respuesta
un posible perdón que nunca llega.




















*

Entre el torbellino
y las mareas,
las confusiones,
las dudas…
y el enredo
de no saber
si es o si debe o puede ser.

Entre el torbellino
y las voces,
los pasos ligeros,
el apuro,
el tiempo incansable
incesante….

Entre la locura
de cosas dispares,
veo brumas,
muchas brumas,
y mis manos
tratando de alcanzar el sol.


















Cerca del horizonte

Perdida en el horizonte
la oscura mirada no sabe dónde va.
Recorre los lugares desde aquí,
hasta donde no quedan más que rastros.

Espera,
tres veces espera un grito,
algún anuncio en el vacío.

Eso que pasa es siempre igual,
siempre lo mismo.
Y a seguir otra vez.

Detrás de la reja
pasa un niño silbando,
y ajeno a todo,
canta algo que aprendió en la escuela.



Volver a empezar

Como si nada,
como si fuera natural
y no costara esfuerzo.

Así, de pequeños son los primeros pasos.,
así de difíciles son los que siguen.

Despacio…
trapecista en silencio,
concentrado para evitar el posible error.

El cable está tenso,
no hay lugar para la falla,
ningún redoble,
ni cortinas rojas,
sólo animales alrededor de la pista.


Una sombra

Otra vez una sombra
recorriendo los rincones,
ajustando los detalles,
cubriendo las cenizas.

Otra vez pensando
que suprimir algunas presencias
puede ser bueno
o necesario.

Y mientras tanto
la mano busca desde esa sombra
alguna palabra
que resuma ese instante.















Puentes

I

Es un instante necesario,
la pequeña caricia
que une a los deseos
con los astros.

Es un brillo lejano
que seca la garganta,
la canción que a veces
sin querer
se olvida.

II

También se vive sin cruzar un puente
oculto entre cortinas verdes,
del otro lado de las ventanas,
en los cristales rotos.
Si magia y sin espejos.

Se puede vivir sin cruzar una barrera,
sin encender un farol,
sin romper una puerta a dentelladas.

Doblado y con bronca,
poblado de vacío,
con las uñas metidas en los labios.


III

Los puentes cruzan la ciudad.

Entre los hierros grises
se quebró el tiempo.
Apenas se vislumbra
de qué manera la lluvia derrota
la nitidez de los contornos,
el malestar de los cuerpos empapados
saltando para huir
quizás,
de nuevas cadenas.

Parece un espejismo.
Desde aquí todo es extraño,
hasta el olor del miedo oculto.
Ese viejo miedo
que otra vez estalla entre la gente.

Esperamos impacientes,
queremos llegar,
atravesar los puentes grises
que cruzan la ciudad.

Estar allí, del otro lado,
pronto.








Por la ventanilla

I

No es original decirlo
pero en esas tierras desnudas
no había nada
nada
o menos que eso.

Cada tanto la sombra
de algún árbol seco
en medio
de los campos vacíos.


II

Un caballo blanco
erguido, quieto y despierto
miraba fijamente
todo eso que era verde
a veces vivo,
a veces seco.

Mientras leía las noticias
una señora no dejaba de mostrar
sus anillos y sus textos
a un señor acurrucado en el asiento,
olvidándose de las ruedas de aquel bus
que nos movía peligrosamente a todos.

III

Raudamente pasaban
chozas, puentes, frondosos árboles,
autos abandonados,
ropa colgada en algunos patios
como fantasmas al viento.

Los ojos atan las formas
o las superponen.
Se entrelazan las distancias
para volver a ser,
en apenas un instante
otra vez: una pequeña laguna,
una choza,
un puente.






















Un rato (*)

Es curiosa la lluvia
que lava las plantas
mientras el sol
asoma tímidamente
y un cubano canta por radio.

En tu mano brilla un viejo caracol
mucho más allá
en la casa vecina
el viento trata de acompañar
la cadencia de las palmeras.
Ríen tus ojos
sólo tus ojos ríen.

Desaparecen las agujas del reloj
y, por un instante,
mientras nos adormece la lluvia
hasta la felicidad parece posible.

(*) publicado en el libro “La luz de los decires II” publicada por la Esc.Pcial de Artes
Visuales “Prof. Juan Mantovani – Sta.Fe



Sensación de palabras

I
En trote presuroso para llegar primero
salen a la carrera hacia el abismo
contando las ansiedades y los miedos.

Que nadie les quite el lugar
que por mérito propio se han ganado desde adentro.

Al recorrer oscuras extensiones
en medio de lluvias y tormentas,
se presentan casi destruidas,
con poco sabor y sin aliento
rebotando hacia fuera,
en el terreno de los cuerpos, en los ojos,
en las miserias de los nuestros.

II
Letras que se unen para formar cadenas móviles,
que atravesando espacios
desbastan y al mismo tiempo pueblan,
aman uniendo y destejen con odio lo que siento.

Son letras, son palabras,
que recorren el hueco de la boca,
resbalando para salir en susurros o gritos,
llevando luz o sangre,
mientras ocultos dientes
les roban perfiles sin saberlo.

Esta cadena móvil,
interminable,
impredecible.
Está sentada aquí conmigo,
con vos, con nosotros,
haciendo posible esta sensación
de aquello.


















Tres cajas

I
La caja celeste
esconde un tesoro de escarpines viejos
que dormitan quietos
junto a los zapatitos blancos,
agazapados a la suela.

II

Olvidada y medio derruida en un rincón
guarda los intentos de amor,
los desposeídos juramentos
que se dibujaron sobre el pulcro papel de arroz,
en una blanca servilleta,
detrás de una foto,
donde se congeló para siempre
el pequeño instante de un día señalado.

III

Abandonadas piedras y metales
encierran simulacros de ojos, elefantes, margaritas,
sinuosas curvas
bordeadas de perlas y falsos diamantes.
Los adornos recuerdan cada tanto
que bailaron apretados al cuerpo
y que alguna vez
fueron arrojados sin piedad al suelo.
Los más felices explican a los desarrapados
cómo lograron salvarse enteros
en el oscuro destierro de la alfombra roja.


Estos poemas fueron publicados en la Antología 3
del Taller Literario del Prof. Carlos Antognazzi .
(Año 2004)